Empresarios de la comarca de Sierra Mágina analizan las potencialidades de su zona
Inma Castillo
Un nuevo ‘Encuentro de Jaén en Futuro’, promovido por IDEAL y la Caja Rural de Jaén, expone varios ejemplos de actividades económicas al tiempo que muestran oportunidades y dificultades
IDEAL puso en marcha, junto con Caja Rural de Jaén, hace cuatro años la iniciativa ‘Jaén en futuro’ para dar visibilidad a empresas que son referentes en sus sectores y ejemplos de todo lo bueno que se hace en Jaén. El propósito siempre fue poner en valor esas experiencias y al tiempo, con su divulgación, servir de estímulo a proyectos de emprendimiento y de creación de empleo en la provincia.
Este año, organizan de nuevo ‘Encuentros de Jaén en futuro’, para con el mismo propósito, sentar en una misma mesa a empresas que crean empleo, que persiguen un futuro y emprenden, en esta ocasión, empresarios de la comarca de Mágina. El Hotel Puerto Mágina, cuyo propietario y expresidente de la Cámara de Comercio de Jaén, Manuel Barrionuevo, también estuvo presente en la mesa, fue el lugar escogido para llevar a cabo un desayuno en el que se pusieron sobre la mesa las oportunidades y el talento que ofrece la comarca de Sierra Mágina. Para muestra un botón y para ejemplo de esta comarca ocho empresarios de diferentes sectores.
El primero de los participantes de la mesa en intervenir fue Antonio Ramón García González, un empresario de Fibras Naturales Espartos y Sisal García Vílchez. Tiene dos empresas, esta primera que está enfocada a la venta tanto en España como en Europa, y otra que se llama Sisal Fibra, que está más pluralizada. Se dedican a la fabricación y distribución de rollos y balas de sisal. «Nos ha tocado luchar contra el pladur, que eso nos ha quitado mucho trabajo», explicó González. Hace siete años había siete empresas en España y ya solo quedan tres, y dos de ellas están en Jaén. El esparto es una fibra de España y el sisal se importa de países como Kenia. El empresario la trae desde allí y cuenta con maquinaria para procesarla y convertirla en rollos o balas. «Nos hemos quedado con la maquinaria de una de las empresas que ha cerrado, para poner una cadena más». Fuera de España quieren mejor el sisal que el esparto, a pesar de que es más barato. «El mercado artesanal se está perdiendo porque es muy costoso». La empresa tiene siete trabajadores y aumentarán dos más cuando instalen la nueva cadena.
En segundo lugar, Maribel Valles, agricultora de pistacho de Larva. Se dedica al olivar y al pistacho. Lleva las dos cosas ya que son cosechas que no se solapan en el tiempo. «El pistacho es menos conocido pero bastante rentable», aseguró Valles. Ella tiene un terreno exclusivo para el pistacho, pero contó que también se puede poner en el mismo terreno del olivar tradicional. «Necesita menos agua que el olivo y no le quita agua al mismo. Y las curas son prácticamente iguales. La misma maquinaria que se utiliza para el olivar sirve para el pistacho». Hasta ahora, a través de Apistacco, lo vendían a granel y este año lo quieren vender en bolsas. Ella lo vende al natural, por diferenciarse de la competencia. Ella anima a la gente a cultivar pistachos, aunque por su zona se da bastante bien esta producción, todavía es una alternativa al olivar. «Hay que hacer una inversión y tarda unos cuantos años en producir pistachos». Aseguró que hay mucha gente que no se atreve a poner pistachos porque hay que hacer una gran inversión al principio. «Es un árbol frutal, no podemos pedir a un peral que te eche lo mismo que un olivo». Además tienes que formarte para el cuidado del pistacho.
Asimismo, en la mesa se encontraba presente José García, agricultor que tiene una empresa de servicios agrícolas, El Torero. Es autónomo y cuenta con unos 3000 olivos, «y como me gusta mucho el campo decidí montar una empresa que se dedique a eso». Recoge aceitunas, poda, y en general hace todos los trabajos referentes al cuidado del olivo. Tiene un grupo de diez trabajadores. «El problema que tenemos la empresas de servicios es que no encontramos trabajadores en los pueblos».
La unidad de los empresarios de una misma zona es fundamental para ellos
Aceite
En la mesa también se contó con Ramón Aguilera, de la cooperativa Nuestra Señora del Rosario, de Garcíez. Se dedica a la producción de aceite. Cuenta con 80 socios y 264 hectáreas de olivar. Su sociedad está inscrita en el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Sierra Mágina y comercializan el aceite bajo la marca ‘Marquesado de Garcíez’. «Trabajamos en potenciar y dar a conocer nuestro aceite envasado». Con su finca compraron un palacete del siglo XVI. Lo tuvieron durante diez años y luego lo vendieron al propietario del castillo de Canena. Su estado actual es ruinoso. En la medida de sus posibilidades ha intentado que lo rehabiliten pero asegura que las administraciones no se implican.
Otra de las integrantes de la mesa fue Marisol Espinosa, de la empresa Natural People Design. Hacen productos acabados de prendas de vestir. Producen para otras marcas, algunas muy conocidas. Cuenta con tres trabajadores y llevan trabajando desde 2006. En este sentido, han cerrado muchos talleres de confección porque se los han llevado a otros países donde son más baratos los costes. «Yo lo entiendo porque no pueden competir con ciertas marcas que venden muy barato. Nosotros estamos intentando sobrevivir». Al principio crearon una marca propia, pero no les fue bien y entonces decidieron trabajar para otros.
Del mismo modo, asistió a la mesa José Torres, de Jimena. Es licenciado en Administración y Gestión de Empresas y ha pasado diez años trabajando en Estados Unidos. «Cuando volví tuve la oportunidad de regresar a la empresa familiar para llevar la explotación agrícola de olivar y almendros». Cree que la principal preocupación con la que se encuentra un joven agricultor es la poca estabilidad de la materia prima. «Por suerte, en el tema del aceite parece que ahora hay cierta estabilidad aunque tiende a variar y la planificación financiera se hace un poco difícil de asumir». Igual, aseguró, con el tema de los costes, que a lo largo de los años ha ido subiendo. Cree que puede ayudar la incorporación de gente joven al mundo agrícola que se está produciendo en los últimos años y la incorporación de asociaciones. «Hay una versión mucho más juvenil y de emprendimiento. Hay que compaginar un poco de experiencia con juventud». En el caso de la almendra, tiene una pequeña explotación de la que asegura que el precio ha bajado mucho este año. Ve la necesidad de dar a conocer los productos y crear una cultura mediterránea.
Finalmente, acompañó a la mesa Francisco Carrasco, que se dedica al olivar y a los viñedos. Se va hacer cargo de la empresa familiar. Su padre es socio de la cooperativa de Torreperogil. Parte de su cosecha la llevan a Toledo, donde tienen una bodega alquilada y un enólogo para hacer vino. «Es un dinero que se va fuera pero que se podría quedar aquí. Tengo el proyecto y la tierra para hacerlo pero la zona en la que está es parque natural y todavía no me dejan urbanizar, aunque hace tiempo que me prometieron que pronto se podría». No tiene una parcela muy grande pero ve la opción también de hacer un museo y compaginar actividades a partir de su viñedo.
Formarse en oficios casi extinguidos es una oportunidad para los jóvenes de la comarca
Respaldo
Como representante de Caja Rural, acudió al encuentro Manuel Ramiro Rivas. Todos los asistentes estuvieron de acuerdo en que la sucursal ha sido fundamental para sus empresas. Aseguró que con estas mesas se le toma el pulso a la situación empresarial de la zona. «Caja Rural lo tiene bien claro, Jaén es lo principal, estamos presentes en todos los municipios por pequeños que sean. Queremos estar con nuestros clientes, tanto a nivel particular como empresarial y autónomo».
Precisamente con el objetivo de poner en valor esos rasgos que definen y diferencian cada rincón de la provincia, pero también para analizar de manera constructiva el camino a seguir, se ponen en marcha un año más ‘Encuentros Jaén en Futuro’, impulsados por IDEAL de la mano de Caja Rural. La primera parada tuvo como destino La Puerta de Segura y sus protagonistas aquellos que cada mañana levantan la persiana convencidos del futuro de su tierra.
Moderados por el delegado de IDEAL en Jaén, José Luis Adán, se desarrollaron en la sede del Consejo Regulador Sierra de Segura, cuyo presidente, Pedro Gómez, fue el primero en tomar la palabra. El concepto que más destacó fue «esperanza», la que supone tener una marca que agrupa a 8.000 agricultores de amplia trayectoria, unidos por la defensa de un aceite de oliva «con características propias». «Tenemos un aceite con sabor afrutado, a tomate y manzana, matices que lo hacen especial», subraya.
Gómez además hizo hincapié en la importancia de «continuar con lo que está hecho», y lo más importante, «creer en lo que hacen». «Tenemos muchas posibilidades y tenemos que creer en ellas para poder potenciarlas», apunta. Para ello, están poniendo en marcha proyectos diversos, como fomentar el autoconsumo con la marca, o acuerdos de colaboración con los lugares que utilicen la D.O. para crear una imagen que llegue a los consumidores a través de la famosa ardilla, que es la imagen de esta denominación.
En esa lucha por mantener su marca en lo más alto se encuentra Olga González, de Laiol Biocosmestic. Esta empresa nació en 2012 cuando dos hermanas decidieron «darle una nueva salida al aceite de oliva». Así, Olga y Laura han ido poco a poco creando una marca propia de cosmética tras años fuera de casa y que se define por ser «natural, vegana y ecológica». A ello se une una nueva línea, la fabricación a terceros, por lo que desde Puente de Génave exportan ‘al mundo’ ya que la mayoría de sus clientes son de fuera. Y, en todos sus artículos, está presente el aceite de oliva.
Una década después, la experiencia lleva a Olga González a apuntar, como gran ventaja, el entorno en el que trabaja, que para ella «no tiene precio». Sin embargo, reconoce que, a nivel empresarial, «se han encontrado numerosas trabas». «Tenemos poca población y, al contar con una marca premium, no hay una gran conciencia, por lo que nuestro nicho de mercado está fuera y eso hace que nos cueste más trabajo cada paso», resume.